by Max Barry

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Region: Union Mundial

*Sobre las limitaciones artificiales de la democracia o porque la mayoría de edad para votar no tiene sentido

El siguiente es un articulo publicado en la revista Vive la révolution en defensa de la anulación sobre la mayoría de edad para poder votar:

Sorpresa, susto, risa o lastima. Son las reacciones que provoca a cualquier persona del globo terráqueo el enterarse por primera vez que en Sasha no existe el requisito de mayoría de edad para votar. La mera idea de que cualquier niño o adolescente pueda presentarse ante las autoridades electorales y emitir su voto es inconcebible para el ciudadano de cualquier otro país que tacha de locura la sola idea de permitir esto.

Y seguramente querido lector, y con todo el respeto que usted se merece, estará dentro de este grupo. No se alarme ni se moleste, mi intención es contarle brevemente las bases que nos llevaron a tomar esta decisión, decisión que está fundamentada en dos grandes principios.

Antes que nada, vamos a adentrarnos en el concepto de democracia el cual es el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus representantes. ¿Pero quién es el pueblo? ¿El pueblo es acaso solamente los mayores de cierta edad, solamente los padres, solamente los ancianos? ¿Cómo podemos decir que nuestro pueblo practica la democracia si en la misma definición del concepto no estamos incluyendo a quienes se supone pueden votar? Que es en efecto el pueblo y el pueblo son todos los habitantes que residen en un lugar sin distinción de sexo ni edad.

Lo cual nos lleva al siguiente punto, un país que se enorgullece de ser el defensor de las libertades individuales debe cumplir con la más básica de ellas y es la de otorgarle a todos sus habitantes la categoría de ciudadanos y no excluirlos de los procesos democráticos del país.

Es aquí, estimado lector, donde un montón de quejas se han formado en su mente ¿Cómo permitir a un niño votar si no es lo suficientemente maduro ni tiene la experiencia para tomar decisiones que nos afecten a todos? Los adolescentes son fácilmente influenciables ¿Cómo permitirles votar si son víctimas fáciles del populismo o compra de votos? Los políticos deben ser personas serias, no payasos para ganarse la confianza de los menores.

Quejas que son totalmente comprensibles, pero debo aclarar que surgen desde la perspectiva de sociedades que no han intentado ni pensado poner en práctica el voto sin restricciones.

Y es que todas estas quejas son fácilmente aplicables a toda la población sin importar su edad. ¿No es un común denominador entre los candidatos la compra de votos, los sueños y promesas imposibles, el manipular sentimientos y emociones a su favor? Cierto, nosotros los adultos nos creemos inmunes a esto ¿Pero lo somos? Y más aún, la sana democracia consiste en que los candidatos hagan propuestas y sugerencias sensatas, sin hacer uso de malas prácticas para ganarse la confianza del pueblo. No deberían manipular a la población, eso es lo que requiere la democracia. Si uno asegura que los votantes más jóvenes pueden ser presa fácil de palabras bonitas estamos reconociendo que hay un problema con nuestra clase política, que debe ser incorruptible, empática, previsora y honesta. Si no lo son ¿Entonces para qué están?

Ahora bien, todos dirán que sigue siendo una mala idea porque un ciudadano muy joven no conoce ni sabe lo que es mejor para su comunidad menos para su nación. Oh, pero con que arrogancia nos atrevemos a decir eso, la falta de experiencia no debería ser un requisito en la democracia porque si lo fuera entonces caeríamos en el elitismo, donde solo los más “preparados” pueden votar. Darle la oportunidad a cualquier persona de formar parte y tomar decisiones que puedan afectar o no su entorno inmediato y a quienes le rodean es la mejor manera de generar un sentimiento de sociedad, de pertenencia a un grupo, de compasión y compromiso con quienes conviven en mayor o menor medida. Alguno de ustedes dirá en voz alta: “Pero los críos de hoy en día no tiene clase ni educación, votarían por el peor”, y es aquí donde volvemos a lo mismo ¿Por qué existe un candidato peor o malo? ¿Es culpa de permitirle el voto a los críos o de nosotros como sociedad que producimos malos políticos?

La clase política les hace promesas y propuestas a los padres, pero ¿En serio saben los padres lo que es mejor para sus hijos? ¿Por qué no permitimos que ellos pueden desde temprano hacer uso de su libre albedrío y enseñarles el compromiso tan grande que es votar? ¿A que le tenemos miedo? ¿A que voten mal? ¿Tan poco respeto le tenemos a nuestros hijos que los consideramos incapaces de tomar una decisión? ¿Tan poca fe tenemos en su inteligencia que los creemos incapaces de elegir? ¿Acaso tememos que sean obligados por sus padres? ¿No es el voto libre, personal y secreto? Si contestamos que si a cualquiera de estas últimas preguntas, quizás nuestra sociedad no está preparada para un compromiso tan grande como lo es la democracia.

Desde pequeño me llamaron mucho la atención las elecciones, veía a los candidatos hacer propuestas, pero nunca me hablaban a mí, nunca me tomaban en cuenta cuando se dirigían a su público. Como me hubiera gustado formar parte de todo ello, de ir a la urna y meter mi voto, nunca entendí porque debía esperar hasta ser mayor para ello. “Con el tiempo sabrás lo que es mejor” decían mis padres y mis maestros.

No estimable lector, no caigamos en el supuesto de tratar a nuestros hijos como seres incapaces, no los encerremos en una burbuja y los privemos de uno de sus derechos y obligaciones, el votar o ser votados, porque si son ciudadanos de nuestra nación y están sujetos a las leyes que de nuestra constitución emanen también deben de tomar la responsabilidad y formar parte del proceso democrático de renovación de cargos públicos. Y la clase política reajustar sus discursos y tratar a esta nueva población electoral con todo el respeto y buen trato que se merecen.

Cualquier excusa que pongamos, que pueden llegar a ser miles, no son más que el producto de una mala educación cívica, una clase política corrupta y una sociedad apática y desinteresada en la democracia.

Aplaudí cuando se anuló la mayoría de edad para votar y me llené de orgullo cuando acudí junto con mi pequeño hijo a emitir nuestro voto, no supe por quién voto y jamás le preguntaría, quizás haya votado por el que tenía la voz más suave, el más atractivo o quizás por aquel que haya dicho algo que le guste, no lo sé. Lo que si se es que él es un ciudadano en todo derecho y yo no soy nadie para impedirle su derecho porque a fin de cuentas forma parte de una sociedad donde todos tenemos voz y voto, porque así lo decidimos todos.

Si llego hasta aquí, amable lector, tiene mi más sincero agradecimiento, no espero que mis palabras inicien un movimiento global ni mucho menos, son solo un punto de vista que de un simple ciudadano que se siente orgulloso de lo poco, pero bueno, que hemos logrado en nuestra pequeña isla.

Jean Isaryama, catedratico y padre afortunado.

Kareia, Lurusitania, Elystradt, Asabra, and 1 otherNanyue han

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