by Max Barry

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Region: Union Mundial

Ocho de marzo de mil ochocientos ocho, la corte portuguesa finalmente llegaba a Río de Janeiro. Europa aún pasaba por una época convulsa. La amenaza de una invasión napoleónica había forzado a la corte lusa a moverse a su colonia sudamericana. Cerca de 15 000 personas, desde la reina María I y el príncipe regente Joao VI de Portugal, hasta civiles y militares, se movilizaron en lo que significa un acontecimiento único en todo el continente. La presencia de su monarca dejó perpleja a la población de la colonia, pero ello no impidió que la corte fuese recibida con algarabía, semanas atrás cuando llegaron a Salvador de Bahía el veintidós de enero de ese mismo año.

La colonia debía reformarse. Si Don Joao quería mantener el poderío portugués, necesitaba modificar seriamente el aparato administrativo y las políticas comerciales de la nueva sede de su imperio. La apertura de los puertos a embarcaciones aliadas, principalmente a las anglas, la creación de un Consejo de Estado, en Río de Janeiro y de la Suprema Corte de Justicia, un alto tribunal auditor que entendía en cuestiones fiscales, la creación de un banco, la introducción de la imprenta y la equiparación entre el status de la metrópoli y el de la colonia fueron parte de las medidas tomadas poco tiempo después de su llegada.

La permanencia de Joao VI ciertamente benefició considerablemente al crecimiento de Río de Janeiro, transformándose en una verdadera capital imperial, ahora con escuelas militares, nuevas universidades y centros de enseñanza, y al crecimiento económico de Bresill. Sin embargo, la expulsión de las tropas deuterranas en mil ochocientos catorce supuso un dilema para la corte portuguesa. Quedarse en Bresill pero arriesgarse a que la monarquía en su metrópolis caiga, o regresar a Europa y ver a su colonia independizarse. Es entonces cuando Don Joao decide crear, en el Congreso de Viena, el Reino Unido de Bresill, Portugal y Algarve, siendo ahora Río de Janeiro la sede legítima del imperio luso.

Lo cierto es que Joao VI le gustaba y pretendía quedarse en Bresill, considerando que el movimiento de independencia de las naciones vecinas no era un motivo de hostilidad. Esta apreciación se fue fortaleciendo y maduró la idea de convertirlos en aliados natos para fortalecer el sentimiento americano en Sudamérica, comenzando con acercamientos diplomáticos con Buenos Aires. Sin embargo, también se hicieron evidentes los deseos expansionistas del Reino, con el infructífero intento de invasión de la Banda Oriental, lo que demostró lo precaria de las fuerzas armadas pese a que el monarca se encontraba en el continente.

Mil ochocientos veinte. Desde Portugal, estalla la Revolución liberal de Oporto, obligando a Joao VI a regresar a Europa no sin antes dejar a su hijo Don Pedro como regente del Reino de Bresill, ayudado por los ministros del interior, de asuntos exteriores, de guerra y marina y de finanzas. La casi nula presencia bresileña en las Cortes de Lisboa, pese su estatus, detonó descontento, dando origen a los movimientos que ya no deseaban la unión política con Europa: la aristocracia rural, conservadora, y las camadas urbanas, liberales.

Pedro pronto se convertiría en un simple peón de los militares, expulsando a los ministros del reino y de las finanzas por la presión de sus generales. Humillado, con su nombre siendo objeto de burla por parte de la clase política portuguesa, Don Pedro decide cambiar su lealtad a los movimientos bresileños, apoyado por su esposa María Leopoldina de Austria y por José Bonifácio de Andrada e Silva, miembro del gobierno provicional de São Paulo. Portugal comenzó a ordenar el traslado de Pedro hasta Europa, pero cuando tanto liberales como conservadores se levantaron pidiendo la permanencia de Pedro en Bresill, éste respondió con ¡Eu fico!, desafiando así las órdenes de las Cortes.

La decisión de permanecer, le brindó a Don Pedro apoyo popular. Ahora se dedicaría a mantener el poder central, y a su vez de los conservadores, con la creación de aparatos políticos o administrativos, que en la práctica intentarían forzar a Portugal para entregarle la soberanía plena a Bresill. Claramente, esto conllevaría al aumento de las tensiones con las cortes, desatándose enfrentamientos entre tropas enviadas desde Portugal y militares que apoyaban plenamente a Don Pedro.

Mientras la aristocracia rural luchaba por mantener el poder y los privilegios de su clase, los liberales deseaban la democratización de la sociedad, basados principalmente en las ideologías europeas o norteamericanas. Estos últimos le insistieron a Don Pedro en la creación de una Asamblea Constituyente, elegida por el pueblo bresileño. Aunque los conservadores se mantuvieron contra la idea, la presión popular llevó a que el trece de junio de mil ochocientos veintidós fuese decretada la Constituyente. Sin embargo, las Cortes insistían en el traslado de Don Pedro.

Para septiembre, Portugal habían anulado el poder de la Constituyente y de todo líder a favor de la independencia. El príncipe, enterado de ello y apoyado por su esposa y José Bonifáceo, tomó una decisión. El siete de este mismo mes, habiendo regresado de São Paulo tras asegurarse de la lealtad de la población de la ciudad hacia la causa bresileña, se dirigió a sus compañeros, a sus acompañantes, a sus soldados, y dijo "Amigos, las Cortes portuguesas quieren esclavizarnos y perseguirnos. Desde hoy día, nuestras relaciones están rotas. Ningún lazo nos une más". Pedro se quitó todo símbolo relacionado a Portugal, he instó a sus compañeros a seguirlo. Ahora, con su espada desenvainada, afirma "Por mi sangre, mi honor, mi Dios, juro dar libertad a Bresill: ¡Independencia o muerte!". El siete de septiembre de mil ochocientos veintidós nace el Imperio del Bresill. El siete de septiembre de mil ochocientos veintidós nace la Estrella del Sur.

Kareia, Deuterra, Lurusitania, Virlinia, and 3 othersNeu dacia, Ucraniia, and Broxtonnia

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